Flores sin permiso rescata la escritura como inspiración diádica, esa que intenta respetar el latido poético inicial asociado a un contexto real geográfico, identificable como interlocutor activo y determinante. Así un edificio comercial suizo puede ser Gesto del ángel, una playa urbana canaria Oeste en doble flor, un convento florentino Puerto y celda, o la meca del cine norteamericano Hollywood mapa infiel. También algún pintor que navegó sin permisos los colores del surrealismo Platos tercos. Este libro reúne 34 poemas donde el autor muestra ese vínculo abierto persona-naturaleza y que define su estilo como de un cierto vitalismo nómada.